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17 de junio de 2012

Un cuento de hadas que nunca debió acabar.

Entonces estábamos allí, tú, yo, sonrisas y una sensación llamada libertad.
Era un sueño, incluso algo más, parecía una realidad, pero que se hizo ficticia en cuestión de capítulos sin cerrar.
Sin darnos cuenta, olvidamos desmentir filosofias que no eran de verdad, y, como si de un libro se tratase me hiciste revivir la historia desde el principio hasta el final.
Pero esa especie de fotogramas, no tardaron en terminar, volvimos a ser personas normales.
Dejamos la ficcion a un lado, borramos todos aquellos instantes dibujados a lápiz, terminamos lo que un día nunca debió empezar.
Y sin darnos cuenta este infinito cuento, llegó a su final.


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